miércoles, 31 de mayo de 2017

Miedo


En mis ùlimas vacaciones largas, recièn llegados a aquel manglar en Tulum, que se sentìa muy virgen aùn, por estar rodeado de tan espesos mangles, hubo un momento en donde estábamos todos afuera, parados en el caminito de madera, disfrutando del momento, del paisaje, del cielo nublado y del agua tan cristalina, que cuando veìas de cerca, podìas ver el suelo y los peces.

De pronto apareciò una pitbull blanca, un poco ansiosa, sin correa ni humano acompañándola, recorriendo el lugar estrecho en el que estábamos parados, pasándonos muy cerca por entre las piernas. Mi estima por los perros y animales en general tratò de apaciguar mi instinto de alerta ante su presencia imponente y desconocida. Uno de los chicos con quienes  ìbamos dijo: "Que ni la vea Lida" (insinuando el miedo que ella sentirìa) quien por cierto, ya la habìa notado pero aùn asì, estaba actuando muy calmada. Ese comentario y el sosiego auto obligado al que se sometìa Lida, reactivaron en mì el instinto de alerta y fue ahì donde me di cuenta de lo peculiar de aquel momento... se estaba formando a la par, desconozco si como reflejo o como coincidencia bilateral, pero lo que pasaba en mi mente o dentro de mì, Lida lo externaba y esas voces con distinta opinión que en mi mente aparecen cuando de tomar una decisión se trata, equivalìan al par de chicos que comenzaron a hablarle a Lida acerca del incidente de la perra, de la misma forma en la que mis voces internas me hablaban. Lida y yo eramos las protagonistas, solo que yo estaba detràs, como espectador de una funciòn, como quien puede observar su propia tragedia puesta en escenario montada con distintos actores. 

Pese a la actitud "controladamente tranquila" de Lida respecto a la perra, internamente me encontraba igual "controladamente tranquila", el miedo era algo latente que tocaba fuerte la puerta pero a quien no le prestaba oìdos, cuando al momento en mì  y en el mundo de Lida, la voz de uno de los chicos y una voz de mi mente al unìsino dijeron: "lo que pasa es que tiene miedo a sentir miedo", Lida y yo asentimos inmediatamente, ella con su cabeza y sus palabras y yo sin siquiera despegar los labios. En Lida y en mì, pasò a segundo plano el miedo por la perra. Finalmente reconocimos que el miedo a sentir miedo era lo que màs nos inquietaba...  (¡Pero què cosa tan tonta! que lo que te lleve al error no sea ya un miedo bien determinado sino el miedo a tener miedo).

Meses despuès y apenas y sospecho còmo actuar en una situaciòn similar.

A veces, lo que inquieta es el miedo a sentir miedo, un ataque clàsico de las personas que creen que todo pasa porque lo pensamos, asì que a veces cuando el miedo a sentir miedo aparece, me detengo un poco a mirarlo de frente y a decirle, que es una experiencia humana sentirlo, me doy la oportunidad a reconocer su apariciòn (incluso cuando no es algo que lo amerite) y le hago saber, que aùn asì, no es èl quien manda. Como leì por ahì de la Patoni, cuando Dios le contesta a la pregunta del ¿ por què a veces aùn cuando pienso y deseo fervorosamente una cosa, la mente no la genera? y èl responde algo asì como que nuestro grado elevado de consciencia sabe mejor lo que nos conviene, hay cosas que por un decreto mayor a la mente inferior, pasaràn o no pasaràn. Entonces, al diablo! vencì mi miedo al tener miedo y me liberè, lo presentè ante mì y ante mis voces, lo reconocì tan natural como lo es que una perra te arranque un pedazo de pierna porque le vale madres si le tengo miedo a ella o al miedo mismo, si confìo en mi divinidad o no, si yo soy mente o no, ella es tan natural en su propio mundo y yo no puedo controlarlo!

Se trata de confiar sin esperar.


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